creciéndome
las sombras
ya no sé
si las manos de mi son esas manos
que acariciaron al verbo alguna vez
ya no sé
si volver a conjugar lo perdido lo devuelve
si volver al punto exacto es volver exactamente
o volverse infinitivo
ya no ya si ya casi
***
Por dónde será que habrá que seguir…
Los pasos son la
voluntad primera, LA IMPENSABLE,
la desarticulada
VERDAD.
Que se prendan los
pies a estas hierbas,
a este pedal que
sigue, empuja.
Que se prendan los
pies
A LA DESNUDA
VULNERABILIDAD DE LOS ARRAIGOS,
que sigan y que suban.
Y que continúen
callados.
***
aprehenderé
la sombra la sombra
su motivo
y bailaré en silencio y bailaré
la sombra la sombra
su motivo
y bailaré en silencio y bailaré
nada
nada
que decirse
decir
un extraño extrañarse
que decirse
decir
un extraño extrañarse
***
despunta
al momento de mañana
al momento de mañana
el beso a la sombra
carga
inconmensurables
carga
inconmensurables
sales a los ángeles del viento
chilla
gime
alza
su canción
su credo
su inocencia
y crece
donde no se ve
donde no se verá
donde resulta
chilla
gime
alza
su canción
su credo
su inocencia
y crece
donde no se ve
donde no se verá
donde resulta
dentro
no más que eso
es que no hay nadie
fuera de mi
qué
lo he comprobado
cómo
las nueces
los resortes
el paso de las nubes
habitándome
qué
lo he comprobado
cómo
las nueces
los resortes
el paso de las nubes
habitándome
***
INVIERTO EL ANIMO
moneda lanzada al AIRE
ma
no
s
INVISIBLES LAS TOMO
las abanDONO
a sus
dedos
al mágico impulso
que las revela reDONdas
OJOS ABIERTOS
LANZADOS AL
AIRE
moneda lanzada al AIRE
ma
no
s
INVISIBLES LAS TOMO
las abanDONO
a sus
dedos
al mágico impulso
que las revela reDONdas
OJOS ABIERTOS
LANZADOS AL
AIRE
***
He visto la ausencia como un bloque de naturalidad.
En el germen del silencio, la voluntad oculta,
En el germen del silencio, la voluntad oculta,
un gesto congelado en
mi memoria.
Quise.
Saborear el ímpetu cuando acercaba su boca
a mi destino y digerir lentamente cada palabra.
Hoy.
Sumergidos sueños en un río cálido y verdoso
los desato,
se albergan ramas,
costa indescifrable.
Soy. Volviendo.
Un manojo de llaves encontradas.
Puertas invisibles. Quién sabe. Desaparecidas.
Atravieso pálpitos y vientos.
No importa quién soy. A veces es suficiente.
O nada.
Participo.
Me quiebro. Fragmentos. Huesos y cristales.
Migas a los pájaros. Si fuera eso! Migas a los pájaros!
Y espero.
Alguito.
Lo que no se ve. Está abriéndose callado.
Otra vez. Como si así entendiera. Sí.
La visita.
Que soy, palabra olvidada.
Quise.
Saborear el ímpetu cuando acercaba su boca
a mi destino y digerir lentamente cada palabra.
Hoy.
Sumergidos sueños en un río cálido y verdoso
los desato,
se albergan ramas,
costa indescifrable.
Soy. Volviendo.
Un manojo de llaves encontradas.
Puertas invisibles. Quién sabe. Desaparecidas.
Atravieso pálpitos y vientos.
No importa quién soy. A veces es suficiente.
O nada.
Participo.
Me quiebro. Fragmentos. Huesos y cristales.
Migas a los pájaros. Si fuera eso! Migas a los pájaros!
Y espero.
Alguito.
Lo que no se ve. Está abriéndose callado.
Otra vez. Como si así entendiera. Sí.
La visita.
Que soy, palabra olvidada.
***
volcar, plácidamente, cada recuerdo
volcar y a hurgar por si algo se olvidó,
hurgar
para encontrar lo indescifrado
y ponerle un nombre,
congelar una imagen para volver a volcar
plácidamente cada recuerdo,
para acercar, hurgar, renombrar,
acompañar el viaje del recuerdo a su fin
irresoluto,
hurgar, buscar, encontrar,
acceder a su espíritu y su forma,
a su color y textura, al sentimiento,
cada recuerdo, para acercar,
encontrar el gesto,
acallar, moler, contener, levantar,
moldear para recrear el tiempo, así,
hurgar, hurgar, hurgar,
hasta que las uñas,
hasta que el pellejo,
el hígado,
los pulmones, la sangre, los huesos,
no se vean,
se confundan,
se fundan,
se distraigan de sí mismos,
un instante.
***
en m e d i o de esta voracidad que atenta
me muevo en m e d i o
e s q u i v o c o r r o
e s c o n d o las heridas
la a l e g r e pasividad de los recodos
cada rincón descubierto se vuelve trinchera
d e s d e allí
d e s d e aquí
me muevo en m e d i o
e s q u i v o c o r r o
e s c o n d o las heridas
la a l e g r e pasividad de los recodos
cada rincón descubierto se vuelve trinchera
d e s d e allí
d e s d e aquí
asomo
observo
en la noche el festín de los desgraciados
bebiéndose las anchas caderas de la aurora
d e s d e allí
d e s d e aquí
mi austera curiosidad
hila sensibilidades
abrigándome del invierno de los que andan calzados
en la noche el festín de los desgraciados
bebiéndose las anchas caderas de la aurora
d e s d e allí
d e s d e aquí
mi austera curiosidad
hila sensibilidades
abrigándome del invierno de los que andan calzados
***
lascarnes
la carne I . transitar
La campana dejó de sonar. Sobrevuela la tierra despejada, un silencio poderoso, lunático. La consistencia del roble se yergue voluptuosa hasta el inocente soplo sobre la chispa. Así, se transforma la vida en muerte, la nada en peso sostenido con dificultad. Con afán de encontrar el esperado abrazo de los días, conjugados los tiempos, reducidos al ahora, emerge la estática, una quietud intrínseca producida por el choque que derrama versos en idioma desconocido. Así se convierte la aguja en avispa, el ojo en blanco; así, innumerables átomos se congregan, apañan, muerden. Tanto el esplendor como la guerra nuclean avatares inmaculados, sólo debajo de las mesas babea la sombra de un gran pez.
Seguir preguntando desde la ventana hacia el árbol erguido, hacia todos los rincones de sus ramas agonizantes: de dónde tomar el fruto si ha caído y ha rodado a la penumbra de los intentos que vienen galopando. Pese a las influencias de la historia, se vislumbra fugaz, la carcajada que se incendia plácidamente. Nuevas alcobas, con alfombras plateadas, simulan un mar vacío, un océano de temores inconcebibles por los pensamientos.
La campana dejó de sonar. Sobrevuela la tierra despejada, un silencio poderoso, lunático. La consistencia del roble se yergue voluptuosa hasta el inocente soplo sobre la chispa. Así, se transforma la vida en muerte, la nada en peso sostenido con dificultad. Con afán de encontrar el esperado abrazo de los días, conjugados los tiempos, reducidos al ahora, emerge la estática, una quietud intrínseca producida por el choque que derrama versos en idioma desconocido. Así se convierte la aguja en avispa, el ojo en blanco; así, innumerables átomos se congregan, apañan, muerden. Tanto el esplendor como la guerra nuclean avatares inmaculados, sólo debajo de las mesas babea la sombra de un gran pez.
Seguir preguntando desde la ventana hacia el árbol erguido, hacia todos los rincones de sus ramas agonizantes: de dónde tomar el fruto si ha caído y ha rodado a la penumbra de los intentos que vienen galopando. Pese a las influencias de la historia, se vislumbra fugaz, la carcajada que se incendia plácidamente. Nuevas alcobas, con alfombras plateadas, simulan un mar vacío, un océano de temores inconcebibles por los pensamientos.
Y es así que transitar
el día sin querer despertar de esta pequeña muerte de los sueños
es la carne en la que se
vive.
la carne II . contemplar
Invenciones acariciando el tiempo, extraen las horas de los días, los minutos en las penumbras, humo de las colillas pisoteadas. El pastizal se eleva sobre los caserones antiguos y en el baldío lateral yace abandonado un gato muerto. Los insectos ignoran las presencias y los buitres están lejos de su vianda. Por encima del valle, sobre los cerros, el festín comienza con la aurora terminando al descontar latas vacías. Cada poción de vida en los suburbios es resplandor que hiela y teje mantas. Se multiplican las voces, un gran coro se ahoga en las cenizas. Griegos de las lenguas, recitan incansablemente la lista de los vagos que crecen como espigas, amarillos, doblados por el viento. Hay al despertar una cama que sostiene el cuerpo y la frazada que lo abraza, un invierno fuera que no quema, el desprecio del sol lejos de todo; y al pasar leve de las sombras, languidecen los versos y sobra el tiempo transcurrido entre los polos. En la insensata fragancia de las hierbas crece imperiosa la húmeda soberbia de las nueces.
Invenciones acariciando el tiempo, extraen las horas de los días, los minutos en las penumbras, humo de las colillas pisoteadas. El pastizal se eleva sobre los caserones antiguos y en el baldío lateral yace abandonado un gato muerto. Los insectos ignoran las presencias y los buitres están lejos de su vianda. Por encima del valle, sobre los cerros, el festín comienza con la aurora terminando al descontar latas vacías. Cada poción de vida en los suburbios es resplandor que hiela y teje mantas. Se multiplican las voces, un gran coro se ahoga en las cenizas. Griegos de las lenguas, recitan incansablemente la lista de los vagos que crecen como espigas, amarillos, doblados por el viento. Hay al despertar una cama que sostiene el cuerpo y la frazada que lo abraza, un invierno fuera que no quema, el desprecio del sol lejos de todo; y al pasar leve de las sombras, languidecen los versos y sobra el tiempo transcurrido entre los polos. En la insensata fragancia de las hierbas crece imperiosa la húmeda soberbia de las nueces.
Y es así que contemplar
el día sin querer despertar de esta pequeña muerte de los sueños
es la carne en la que se
vive.
la carne III .
administrar
Acarrean espanto las columnas orientadas, salvo que se partan en miles de nombres. Tazas de té contienen amoníaco. Para limpiar playas utilizar gérmenes laboriosos, incendiar péndulos crepusculares. El gran vómito estropeó la película, nunca se puede recuperar del impulso. Saboreando las migas tragar un diente, último engranaje de los dichos partidos. Laucha: en tu cueva de bronce escupo el vértigo de la posibilidad. Saltear las ranas en el sartén crispado, calentar la cocina con sueños invernales. Llama el portero del vecindario ajeno, se tuercen los huesecillos del oído, no escuchar, perder el equilibrio, elevarse. Acción en la coartada, un adolescente conduce la ironía susurrándole al viento que oiga la próxima avalancha. Pollo frito en la Cuba, un litro de aceite que dure un mes y la sonrisa de la negra invade continentes de pájaros salvajes. Hoy música, un puente sobre el trigo y la invasión de imágenes imposibles de narrar; llegan, se acomodan y se aburren en un desierto muerto. En la pérfida inconciencia que recela de la lámpara, se huele a kerosene, a incendio, a pérdida.
Acarrean espanto las columnas orientadas, salvo que se partan en miles de nombres. Tazas de té contienen amoníaco. Para limpiar playas utilizar gérmenes laboriosos, incendiar péndulos crepusculares. El gran vómito estropeó la película, nunca se puede recuperar del impulso. Saboreando las migas tragar un diente, último engranaje de los dichos partidos. Laucha: en tu cueva de bronce escupo el vértigo de la posibilidad. Saltear las ranas en el sartén crispado, calentar la cocina con sueños invernales. Llama el portero del vecindario ajeno, se tuercen los huesecillos del oído, no escuchar, perder el equilibrio, elevarse. Acción en la coartada, un adolescente conduce la ironía susurrándole al viento que oiga la próxima avalancha. Pollo frito en la Cuba, un litro de aceite que dure un mes y la sonrisa de la negra invade continentes de pájaros salvajes. Hoy música, un puente sobre el trigo y la invasión de imágenes imposibles de narrar; llegan, se acomodan y se aburren en un desierto muerto. En la pérfida inconciencia que recela de la lámpara, se huele a kerosene, a incendio, a pérdida.
Y es así que administrar
el día sin querer despertar de esta pequeña muerte de los sueños
es la carne en la que se
vive.
La carne IV . acicalar
Saqueo en la orilla, acantilados presos del abismo caen en manos de las redes. Calcular distancia y movimiento, vuelo fugaz, tragar saliva. Y ahí está el botín, el miedo aserrado, la complicidad de los perros. Participar de los rituales encerando cascos, esculpiendo cráneos de alimañas y la brújula descalza entre motivos se agita hasta el hartazgo. Basta que el sol se prenda al mediodía para ahuyentar a las tortugas milenarias. Cada fracción de piel dentro del cuadro, cada peón destinado al abrigo fatal de la estructura. Libre de sapos la costa mordisquea el resto de espuma incandescente y se acaba la noche, la brillantez del negro en las pupilas. Ante la presunción de la batalla, aniquilar temblores, acertar el golpe es un hondo vestigio consistente en rodar. Y se acaba gimiendo a la intemperie. Besos y huesos hirviendo en el caldo de la usura cuando el pavor rebalsa de la olla. Nada que alimentar, salvo la aurora se nutre del fino despertar en la penumbra. Centellean los cardos, las hienas corren amordazadas.
Saqueo en la orilla, acantilados presos del abismo caen en manos de las redes. Calcular distancia y movimiento, vuelo fugaz, tragar saliva. Y ahí está el botín, el miedo aserrado, la complicidad de los perros. Participar de los rituales encerando cascos, esculpiendo cráneos de alimañas y la brújula descalza entre motivos se agita hasta el hartazgo. Basta que el sol se prenda al mediodía para ahuyentar a las tortugas milenarias. Cada fracción de piel dentro del cuadro, cada peón destinado al abrigo fatal de la estructura. Libre de sapos la costa mordisquea el resto de espuma incandescente y se acaba la noche, la brillantez del negro en las pupilas. Ante la presunción de la batalla, aniquilar temblores, acertar el golpe es un hondo vestigio consistente en rodar. Y se acaba gimiendo a la intemperie. Besos y huesos hirviendo en el caldo de la usura cuando el pavor rebalsa de la olla. Nada que alimentar, salvo la aurora se nutre del fino despertar en la penumbra. Centellean los cardos, las hienas corren amordazadas.
Y es así que acicalar el
día sin querer despertar de esta pequeña muerte de los sueños
es la carne en la que se
vive.
***
Siento la inquietud de
incomunicarme. Digo. No que me… la comunicación. Sino.
La experimentación de un silencio material.
Nada que decir.
Nada que expresar.
Un impulso que se convierte en deseo. Un deseo que moviliza a la estática.
Neutralizar.
Apagar.
Cero.
Y la posibilidad de. Aunque sea ilusorio, por el momento.
O.
Sea. Lo mismo.
Por eso, por ahondar en estos pensares,
reacciono. Un intento.
Responder con cierta voluntad. O. Al
menos, hacer consciente cada giro del ánimo.
Crear.
Ojos.
Numerosos.
Hasta perderme.
Hasta llegar a ninguna parte.
Hasta pertenezco.
Así comenzó.
Simplemente. La pala con la que cavo el foso, las palabras, ilación de
sonidos secándose hasta las próximas lluvias. Supongo. Supongo habrá próximas
lluvias en este paraje.
Algún día. Quizás.
Algún día la lluvia también rece este rosario
de huesos para nada.
Para ser rezo, llanto, tumba cósmica.
Contradicciones. Ah! Sí.
Ellas las temidas, verdades, asustan las tan putas, tan omnipresentes,
las fábulas. Fumonas. En su carajo.
Entonces, por qué correr a las palomas? Si acudir al sabor de tu sonido vasto,
redime.
Tener una idea. Una. Que comience a desatar este
nudo o, al menos lo desvista. Porque es así, alcanza al verlo. A veces.
Digo. A veces alcanza con ver.
Por eso lo de crear ojos.
Hablo de percepción.
(Ojos crecidos en los
dedos, en las narices y oídos,
en los párpados
bajos, en el útero, en la lengua Ojos)
Para ver de piel. Y así sí creer.
Que la materia sabe a dicha. Es posible.
Sí.
Oportuno. Probar.
Al mismo tiempo que desvarío una olla a presión
se atornilla en mi cabeza.
Un caldo hirviendo. Pero ya no quema, ni siquiera molesta.
Es que… prefiero cocer mis verduras a revolver
el compost. De otro.
Y a la vuelta, vuelta vueltas las…
contradicciones, ah! sí. Las tan
fabulosas putas.
Es por eso que me desanudo ante vos.
Tú, arena.
Tu piedra que vuela.
Tú, asombro.
Es por eso que estoy creciéndome en el
blanco. Neutro.
Para ser lo que quede de mí después. Después de tus ojos. Así.
Des particularizándome. Integrándome.
Así. Un resto vertical dirigido a
una estrella.
***
lobos
siempre LOBOS
desprende tu mirar
perros salvajes
aullidos
interminables
cables conectados
al dispositivo
PARA PERDERSE!
imaginarias
conjeturas
desde la terminal
donde miro
tus pálpitos
sonoros
sinestesia suave
nueva
partitura VACIA
abismal
***
El acontecimiento.
Miento si digo: él acontece.
Miento si deletreo el letrero, si lo acabo fraccionando.
El Milagro.
El Hechizo:
de una jaula un océano invertido.
Intriga.
Índigo.
Indico un ícono, el hexágono y el péndulo.
Y la lupa.
Y la culta culpa puta
del exabrupto de esa voz... que me cala los huesos.
Miento si digo: él acontece.
Miento si deletreo el letrero, si lo acabo fraccionando.
El Milagro.
El Hechizo:
de una jaula un océano invertido.
Intriga.
Índigo.
Indico un ícono, el hexágono y el péndulo.
Y la lupa.
Y la culta culpa puta
del exabrupto de esa voz... que me cala los huesos.
***
evoco la luna de ayer cuadro
que
pensé ayer cuando miraba si se mordía en el revés
en la
de en
frente
que
quizás
vos ayer viste
luna
casi redonda
como la
que vi
pero
del otro lado
donde
asoma
justamente
la
redondez más lejana
como
una hostia
redentora
absurda
detrás
de la majestuosa
pendiente
hacia
los altos celestes
donde
se corta y sangra
mientras
bajamos
súbditos
del tiempo
mirándonos
salir de nuestras vírgenes
en la
epidermis
de los sueños
en el
altar
de nuestros labios
arrodillados
***
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